
Imagen: Alejandro Magno visitando el estudio de Apeles. Willem van Haecht. Galería Real de Pinturas Mauritshuis – La Haya.
No hace mucho leía en un importante diario nacional un artículo sobre la próxima ampliación del MOMA de Nueva York y me llamó la atención el párrafo final del mismo:
«El museo ya es inabarcable en una sola visita (se refiere el MOMA, claro está). Habrá un circuito fácil para los visitantes que quieran ver solo las grandes obras maestras. Pero quizá no se trate de eso, sino de perderse entre los inesperados vectores que atraviesan las salas. Ya solo el laberíntico plano de bolsillo, de siete páginas, es abrumador. Sumado a las rotaciones y las agrupaciones inesperadas, probablemente serán los millennials, acostumbrados a navegar por stories de Instagram, y no los visitantes conservadores, los más capaces de digerirlo. Pero los museos ya no son lo que eran. Como tampoco abundan ya los burdeles en la calle de Aviñón.” [El Museo que definió el arte del siglo XX entra en el siglo XXI. Pablo Guimón para El País.]
La ampliación del MOMA –siguiendo el artículo de Pablo Guimón- “supone ganar un 30% de espacio expositivo y eso, además de mitigar las aglomeraciones, permitirá exhibir más obras (de 1.500 se pasa a 2.400). Pero, aun así, las galerías rotarán periódicamente –sin condenar nunca a las obras maestras– para dar salida a las nuevas adquisiciones que diversifican y globalizan unos apabullantes fondos que superan ya las 200.000 piezas….”. La ampliación y el plano de bolsillo de 7 páginas dan miedo. Incluso para los curtidos millenials acostumbrados a navegar –a golpe de bit- por stories de Instagram y resto de redes sociales.
Hace cien años, Paul Valery daba algún apunte sobre la dimensión, el objetivo y el discurso/narrativa de los Museos de Arte de su tiempo. Era la década de los años 20 del siglo pasado, y aunque las cosas han cambiado mucho desde entonces, posiblemente no lo hayan hecho tanto:
“El oído no soportaría escuchar diez orquestas a la vez. El espíritu no puede ni seguir ni dirigir varias operaciones distintas, y no hay razonamientos simultáneos. Pero el ojo se encuentra obligado a admitir en la abertura de su ángulo movedizo y en el instante de la percepción un retrato y una marina, una cocina y un triunfo, y personajes de los más diversos estados y dimensiones; y encima ha de acoger en una misma mirada armonías y maneras de pintar mutuamente incomparables [….]
Pero nuestra herencia es aplastante. El hombre moderno, extenuado por la enormidad de sus medios técnicos, está igualmente empobrecido por el exceso de riquezas. El mecanismo de donaciones y legados —la continuidad de producción y adquisición— junto con esa otra causa de crecimiento que tiene que ver con las variaciones de moda y gusto, con la vuelta del gusto a obras que se había desdeñado, contribuyen sin descanso a la acumulación de un capital excesivo y, por tanto, inutilizable. El museo ejerce una atracción continua sobre todo lo que hacen los hombres. El hombre que crea y el que muere lo alimentan por igual. Todo acaba en la pared o en la vitrina [….]
Por vasto que sea el palacio, por adecuado y bien ordenado que esté, siempre nos encontramos un poco perdidos y desolados en esas galerías, solos contra tanto arte […] Salgo con la cabeza molida y las piernas tambaleantes de ese templo de los placeres más nobles […]”
(Paul Valery, Piezas sobre arte, Visor, Madrid, 2005 – La edición original primera apareció el 4 de abril de 1923 en Le Gaulois).

La Galería de la Academia en Venecia quizá no sea el mayor atractivo que ofrece la ciudad de los canales al turista. Pero, como reza la página web del sitio, “La mayor colección de pintura veneciana del mundo está aquí esperándote”. La primera vez que estuve de visita en la ciudad, dediqué un buen rato a visitar la Galería y sobre todo a buscar un cuadro de Lorenzo Lotto, “Retrato de un joven gentilhombre”.
Imagen: Retrato de un joven Gentilhombre. Lorenzo Lotto. Procedencia: Catálogo online disponible en la página web de la Galería de la Academia de Venecia.
De entre todos los cuadros que cuelgan de sus paredes yo quería ver éste por encima de cualquier otro. Había leído Bomarzo de Manuel Múgica Laínez en la edición de Seix Barral y el retrato era la portada del libro. El protagonista de la novela es cautivador: aficionado a la arqueología, a coleccionar objetos diversos y a los horóscopos, se inspira en la persona de Pierfrancesco Orsini que vivió en la Italia del siglo XVI y que nos dejó su Jardín de los Monstruos cercano a Roma, el cual se puede visitar en la actualidad. Me preocupé poco del resto de pinturas. Hice mi propio recorrido, a mi medida. Sabía que con verlo compensaba la visita a este sitio y no a otros de la ciudad. Había asociado con el histórico Duque de Bomarzo el cuadro de Lorenzo Lotto, el personaje me había fascinado y tenía que verlo.
Creo que es en los Museos y Exposiciones de temática arqueológica donde se hace más evidente lo que P. Valery ya sintió en su tiempo. Cualquiera que haya estado en el British Museum para ver los mármoles de Lord Egin o las Salas de Egipto, los Museos Vaticanos en busca de la estatuaria helenística sin pasar por la Capilla Sixtina, el Louvre para admirar la Victoria de Samotracia evitando a los instagramer que rodean la Gioconda, el Arqueológico de Atenas o el Museo Arqueológico Nacional de Madrid para siquiera intentar abarcarlos en una mañana, sabe delo que hablo. Es una tarea de Titanes de donde sales diciendo “ya volveré”, “esto no se ve en un día”. Ni en unas horas. Ni en un año.
Siempre he echado de menos a la hora de visitar un Museo o una exposición arqueológica, itinerarios de obras u objetos SECUNDARIOS que faciliten el recorrido o una exposición resumida dentro de la exposición. Itinerarios que de algún modo eviten los referentes que todo el mundo quiere ver: dirigidos a eruditos, repetidores de visita, a los que no gustan de aglomeraciones y hace turismo cultural en modo “slow travel”. Optativos, adecuados a diversos públicos, generadores de distintas narrativas en relación al visitante. Que permitan a éste satisfacer su deseo y vivir su propia aventura.
Para evitar la fatiga y contestar a la pregunta que surge en la puerta antes de entrar ¿y por donde empiezo?
En los últimos días llega una buena noticia desde el Museo del Prado. Con motivo del bicentenario de su fundación, y en colaboración con SAMSUNG, ha incorporado una cápsula en el Asistente de InteligenciaArtificial SAMSUNG ‘Bixby’ que incluye, además de la información general sobre entradas, horarios y precios, la relativa a tres itinerarios personalizados según el tiempo disponible.