Oferente – Fotografía: Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid

De una visita realizada a la Exposición «Un brindis por el Príncipe. El vaso campaniforme en el interior de la Península Ibérica (2500-2000 a.c.)». Museo arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. Hasta finales de septiembre de 2019el nivel y la mira.

Tras la detección de las primeras piezas cerámicas en las cuevas prehistóricas artificiales de Palmela (Portugal), a finales del siglo XIX, no tardaron en identificarse hallazgos similares en otros sitios de la península ibérica, relacionándola con una cultura uniforme ya conocida en Europa: la del vaso campaniforme. Como reza en uno de los paneles explicativos de la exposición, hacia el año 2500 a.c. la cerámica de este tipo se extendía desde Escocia al Norte de África y desde el Atlántico hasta Polonia. No se podría, por el contrario, hablar de una cultura común. Más bien de una diversidad de pueblos y culturas que adoptan este tipo de cerámica como símbolo de estatus dentro de determinados rituales. Esto explicaría la variedad en la factura de las piezas encontradas y sus decoraciones. No obstante todas coinciden en la forma de campana invertida, de ahí lo de campaniforme, la decoración geométrica y las incrustaciones en pasta blanca que cubre la decoración y la realza.

Piezas de cerámica campaniforme y material de ajuar. Fotografía: Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. Se pueden distinguir las tres piezas rituales que suelen constituir el ajuar del difunto.

Una de las polémicas que ha perdurado hasta nuestros días es el origen y difusión de la cerámica y su objeto. Dentro de las diversas interpretaciones en la actualidad hay un cierto consenso en señalar que la aparición de restos campaniformes en sitios tan dispares de Europa se debe a la movilidad de grupos reducidos que portan los objetos y el ritual.

Pero ¿de qué ritual estamos hablando? Lo campaniforme está relacionado con el mundo funerario. Y asociado a diversos tipos de enterramiento. No obstante la riqueza del ajuar encontrado como norma general en las tumbas, nos habla de que sería propio de las élites o personajes distinguidos, en sociedades patriarcales y guerreras, donde un grupo limitado de individuos controlan sectores claves como la metalurgia, la explotación de la sal o la minería. Los restos de alcoholes y plantas alucinógenas hallados en algunos vasos prueban que en ellos se realizarían las libaciones rituales en el momento de enterramiento del difunto, en presencia posiblemente de toda la comunidad, donde se resaltaba el poder que ostentaba en vida (de ahí los ricos ajuares). Por tanto, “un bríndis por el príncipe”.

Es una exposición corta, apoyada en una colección de piezas excepcionales por su calidad y diversidad de procedencias. Llama la atención que se encuentra dispuesta en un espacio estrecho donde vamos avanzando, a veces flanqueados por espejos que abren el espacio de modo ilusorio, hacia el final de la muestra. Caminamos imaginariamente en un túnel hasta llegar a la parte final del mismo, donde encontramos la recreación del enterramiento ritual de un jefe campaniforme, de un Príncipe.

Merece la pena alargar la visita y pararse a ver los videos que, de modo breve, tratan aspectos determinados de la vida cotidiana de estas sociedades: la minería, la metalurgia, la elaboración de la cerámica, la construcción de un arco o el ritual mencionado. Unos grandes paneles con ilustraciones terminan de ofrecer al visitante la recreación de los aspectos señalados.

La obtención de la sal – Fotografía: Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid – Ilustración de Arturo Asensio.