Foto: Los Vettones. Fuente: Folleto informativo de la visita al conjunto arqueológico.

De una visita realizada al conjunto de los Toros de Guisando (El Tiemblo, Avila) en octubre de 2022.

Manifestación genuina del pueblo prerromano de los Vettones que poblaban las actuales provincias de Salamanca, Ávila, oeste de Toledo, norte de Cáceres y sur de Zamora, verracos o toros, realizados in situ o trasladados allí en época romana como monumento funerario, las cuatro esculturas que se sitúan cercanos a la antigua Cañada Real Leonesa a su paso por el término municipal de El Tiemblo (Avila) no han dejado de provocar fascinación hasta nuestros días.

De ellos ya se tienen noticias en la edad media, pero es en el siglo XV (Compilación de las batallas campales, Diego Rodriguez de Almela, 1487) donde se relacionan directamente con el llamado “Pacto de los Toros de Guisando” y la Venta Juradera –se encontrarían dentro del recinto de esta, de la que hoy solo se conservan los hipotéticos cimientos y una inscripción realizada en el s. XX recordando el hecho-. En este paraje tendría la reunión entre Enrique IV y su hermana Isabel, futura Reina Católica, por la que la nombraba legítima heredera del Reino de Castilla a su muerte.

Foto: Los Toros en la actualidad. Fuente: Folleto informativo de la visita al conjunto arqueológico.

Pero lo toros son de época muy anterior. De la denominada por los arqueólogos Cultura de los Verracos, quizá este sea el conjunto más famoso. Junto con la escultura de entrada al puente largo de Salamanca que hiciera famoso el Lazarillo de Tormes en sus correrías con el ciego de la novela.

Existen inventariadas más de 400  (que representan jabalíes/cerdos, toros y alguna que otra figura cuadrúpeda de no muy clara filiación) distribuidas tanto en España como en Portugal y con una cronología que iría desde el siglo IV al I a.c. Pero es posible que hubiese muchas más. Algunas fueron destruidas y otras reutilizadas en construcciones posteriores –en las murallas de Ávila, por ejemplo-. Simples en sus formas, las hay de pequeño tamaño y de casi 2 metros de altura (como los ejemplares de Guisando), algunos exhiben órganos sexuales masculinos y son una “excepción de los vettones”, pues están prácticamente ausentes en el resto de los pueblos celtas contemporáneos de la península ibérica en la II Edad del Hierro.

Las últimas teorías en la investigación interpretan estas esculturas como hitos que referencian en el paisaje zonas especialmente protegidas de pastos para el ganado con fuentes de agua próximas o bien como figuras protectoras de la comunidad ya que muchas de las nuevas “inventariadas” se situarían dentro o a la entrada de los poblados y castros meseteños peninsulares. Otras, las más romanizadas y que cuentan con inscripciones latinas grabadas -caso de nuestros “toros”-, se han interpretado como monumentos funerarios tardíos asociados a los Vettones ya romanizados. Interpretación discutible pues son muy pocas y no se puede descartar que fuesen anteriores a su reutilización en época más cercana a la romanización de la meseta castellana. Un estudio pormenorizado de los lugares donde se han encontrado y su distribución espacial pueden arrojar nueva luz sobre su uso y funcionalidad completando los dos aspectos señalados.

Foto: De los cuatro toros, uno tiene una inscripción latina tardía. Fuente: Komando Recópolis.

En los últimos tiempos el interés por los “verracos” no ha decaído. No solo es que se haya continuado con las campañas de excavación con el objetivo de realizar nuevos estudios en sitios donde ya se realizó labor arqueológica en el pasado a fin de rentabilizar al máximo aquellas.

También es la disposición en la Torre de los Guzmanes de Avila de un espacio expositivo dedicado a este pueblo para la interpretación de su cultura: Vettonia, cultura y naturaleza; o la publicación dentro de la colección Cuadernos de Patrimonio Abulense (Diputación de Ávila) de una serie de rutas que recorren alguno de los castros/poblados y elementos patrimoniales dispersos en el paisaje mas representativos que nos han dejado los Vettones. Para los aficionados al arqueoturismo.

En esta línea se publicó en el año 2006 por parte de la Institución Gran Duque de Alba de Ávila el libro coordinado por G. Ser Quijano “Rutas de Castros y Verracos de Ávila, Salamanca, Miranda do Ouro y Penafiel” que incluye información sobre manifestaciones de los Vettones en el país vecino, Portugal. Sin duda todo ello ha contribuido a mantener el interés por este pueblo prerromano y su cultura.

Y aunque queda mucho por realizar hay que señalar la magnífica iniciativa de regular la visita al conjunto, contextualizándolo en el espacio y el tiempo y protegiéndolo del deterioro al que se veía sometido con el paso de éste y de las personas. Tiene su propia página web donde se puede concertar ésta: https://www.torosdeguisando.org/index.html.

Es bastante la información – alguna ya mencionada en líneas anteriores-  que sobre los Vettones y los “verracos” podemos encontrar en publicaciones y en la web. Tanto para expertos como para los que no lo son. Para hacerse una idea de la importancia de la cultura de este pueblo prerromano en la Península Ibérica merece la pena echarle un vistazo a la monografía realizada por el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid que dedicó el número 12 de su revista Zona Arqueológica a éstos: “Arqueología Vettona: la Meseta Occidental en la Edad del Hierro” (Alcalá de Henares, 2008). A partir de aquí podemos hacernos una idea del estado de la cuestión hasta ese momento. Otra información también relevante podemos encontrarla en el libro ya clásico “Los señores del ganado. Arqueología de los pueblos prerromanos en el occidente de Iberia” de Jesús Álvarez-Sanchís publicado en año 2003 por la editorial Akal de Madrid. Ha inspirado el título de esta entrada.

El nivel y la mira.